Sonatina de Otoño, 21.09.08

Hoy empieza el otoño (o al menos así nos lo enseñaban hace años, cuando la educación era medianamente digna, que ahora las estaciones sobrevienen cuando les da la gana) y con él empieza el “nuevo curso”, como dicen algunos afectados reporteros de la cosa… nuevo curso que trae aparejado lo de siempre: la chapuza nacional, o sea; que esta no entiende de modas ni modernidades.
No se sabe si profes y ordenanzas regresaron trastornados de sus jolidais en Reikiavijk o en Estepona, pero lo cierto es que a la hora de examinar a los chicos septembrinos de la Selectividad que nada selecciona, han repartido dos exámenes –el propio de septiembre y el ya realizado en junio– en la prueba correspondiente a la asignatura de Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales. Ya tenemos el lío padre. Los beneficiados en la distribución no quieren oír hablar de la repetición de las pruebas y los perjudicados claman justicia. Lo normal. Al final quedará todo en agua de borrajas, pues mucho es el esfuerzo para cosa tan nimia: la legalidad, la responsabilidad y las buenas prácticas en este país importan un figo, y por otra parte tampoco los chicos merecen tanto desvelo, que el informe PISA ya les ha dejado a la altura del betún con examen “repe” o no.
La noticia ha sido profusamente comentada en la edición digital del Diario de Cádiz. Y ahí, en los comentarios de los lectores –que es en lo que las ediciones digitales aventajan a la tradicional prensa en papel–, puede uno desde hacerse cruces hasta explicarse el porqué de tanto despropósito. La mayor parte son comentarios de alumnos: para que luego se diga que no leen periódicos, mis angelitos. Pero… con unas faltas ortográficas y expresivas de cortar la respiración: ‘a’ del verbo haber sin h, ‘asines’ por doquier (sin duda étimo latino de ese orejudo espécimen hoy conocido como ‘burro’), sintaxis ininteligible…
Los muchachos se indignan con toda su precariedad lingüística ante la posibilidad de que lo acontecido reduzca sus opciones al concurrir a una carrera universitaria específica. No deberían preocuparse: cualquier lugar en el que caigan los padecerá por imperativo legal. Cosas de lo políticamente correcto, del “progresa adecuadamente” y de la ceguera general. La sonatina de otoño que cada año se renueva…

Un andaluz en Londres, 16.09.08

Acabo de regresar de la capital británica, de un viaje de trabajo (de trabajo placentero) en que he logrado arañar tiempo para asistir a uno de los conciertos de los Proms y a la magna exposición que sobre el emperador Adriano se exhibe en el British Museum. Tenía relativa curiosidad por ver cómo tratarían los ingleses la figura del emperador de origen andaluz –Adriano, nacido en realidad en Roma, era de familia con decidida raigambre bética–, uno de los emperadores más respetados y polifacéticos de la historia latina… y uno de los pocos emperadores, por lo demás, que murió de muerte natural, ajeno a dagas y venenos. La exposición arranca y muere en la literatura: desde las célebres Memorias de Adriano de Yourcenar, cuyo manuscrito se exhibe en una vitrina como un objeto más de culto (reconocimiento que se me antoja absolutamente merecido) hasta los reflexivos versos Animula, vagula, blandula… atribuidos al emperador, flota en todo el montaje un homenaje a las palabras, también a las de los escritores clásicos, que sirven de guía en las diferentes secciones de la exposición comisariada por el conservador Thorsten Opper.
Guerrero. Soñador. Visionario. Son los tres adjetivos con que se sintetiza en la muestra el quehacer y el vivir de Adriano. Y en todos ellos, y en la propia existencia del emperador, sus raíces andaluzas tuvieron un peso decisivo. Así al menos parece entenderlo el comisario, que subraya la ascendencia surhispánica de Trajano, predecesor y padre adoptivo de Adriano, e igualmente las raíces parentales de este último, cuya familia no sólo dotó al Senado con varios miembros, sino que además estos mismos y otros similares comenzaron a conformar una nueva elite senatorial bien distinta a la imperante hasta el momento. Los productos mediterráneos, y en particular el aceite, proporcionaron una vida muelle a los béticos y sobre todo a las familias que dominaban el entorno. Esa molicie permitió, a su vez, la excéntrica vida de Adriano –el primer emperador barbado, dicho sea de paso–, sus viajes y su gusto por lo griego, su tendencia a la literatura, la filosofía, la belleza… en combinación con un imparable cursus honorum y una mano firme en que se aunaron la violencia más implacable y la ternura homosexual más desbordada: los mil rostros de un andaluz inmortal.
Prometo más detalles...

Bestiarium Palatii II, 02.09.08

Tras la clausura de la última jornada fistivalera, me veo en la necesidad de compartir aquí la detección de un par de especies nuevas:

Nalgae inquietae
Dícese del espectador que, incapaz de estarse quietecito en la butaca, se mueve continuamente y sin cesar a lo largo de todo un concierto o representación, dificultando con ello la visión del desdichado que se encuentra a su espalda. Existe una variante peculiar, en que el movimiento sólo se produce en el tercio superior del cuerpo: se trata del Caput Oscilantisimum, cuya cabeza pendulea de un extremo a otro de la butaca, obligando sincronizadamente a hacer lo mismo a quien se halla detrás; es esta, por tanto, variante peligrosa por su capacidad de contagio.

Telephonans perpetuus
Trátase del individuo que no puede prescindir de su móvil durante un espectáculo. Cabe documentar dos subespecies: aquel que permite que el aparato suene por razones inexplicables, a pesar de los avisos de magafonía, y que se corresponde con el Telephonans Stultus Ruidosus; y el Telephonans Stultus Fotofilicus, adicto a la luz que emana de la pantalla del móvil, que consulta y enciende cada diez minutos de espectáculo.

Por lo demás, he descubierto ayer mismo una variante de la Scalatrix Intrepidans mencionada en la Lección Primera. Se trata de la Deslizatrix Sutilis Contorsionans, que en esta ocasión no trepa por encima de las barras de separación, sino que hábilmente y con exhibición sin par se desliza por debajo de las mismas.